Calendar Girl 1 by Audrey Carlan

Calendar Girl 1 by Audrey Carlan

autor:Audrey Carlan [Carlan, Audrey]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2015-10-02T04:00:00+00:00


5

Después de comer retozamos un poco más. Nos besamos, nos acariciamos y nos conocimos un poco mejor el uno al otro. Tras un beso profundo, apoyé la cabeza en su pecho y le abracé.

—¿Te das cuenta de que apenas has dicho nada en inglés mientras follábamos?

El cuerpo de Alec se tensó antes de responder.

—Yo no follo, chérie. Ya te lo he dicho: yo te hago el amor a ti, a tu cuerpo. —Lo dijo muy serio y no comprendí por qué—. Y hablo en francés porque me pones tanto que me pierdo en ti, en la sensualidad de tu cuerpo.

Le regalé mi sonrisa más descarada. Luego sopesé un instante las diferencias entre follar y hacer el amor.

—Pero ¿no se complica eso de hacer el amor? ¿No acaba todo el mundo por enamorarse?

Me estrechó con fuerza, deslizó una mano por mi bíceps y lo estrechó.

—Eso espero.

—Un momento: ¿quieres que me enamore de ti? —Me alejé de su pecho y lo miré a los ojos. Eran preciosos.

—Por supuesto. ¿Tú no? —Su rostro mostró perplejidad.

Negué con la cabeza, dejando que mi melena siguiera el movimiento con fuerza.

—No, ni un poquito. Quiero pasarlo bien contigo. Después estaré con otro cliente con el que tal vez mantenga relaciones sexuales.

—Igual que yo. —Parecía muy confuso, cosa que decía mucho de él, porque estaba segura de que me estaba metiendo en la boca del lobo.

Me aparté el pelo de la cara hacia atrás.

—Vale, a ver si lo entiendo. Quieres que me enamore de ti aunque sabes que luego me iré y que estaré con otro. ¿Hasta ahí, bien? —Asintió y sonrió con inocencia—. Y tú vas a enamorarte de mí, pese a que, cuando me vaya, disfrutarás de un sexo increíble con otra chica.

—¿De un sexo increíble? —Sonrió.

«Será cabrón. Todos los hombres piensan con la polla, lo juro.» Acababa de demostrármelo. Lo golpeé en el pecho.

—Presta atención.

—No puedo prestar atención cuando me hablas de amor y de sexo, dos cosas que siempre me ha parecido que casan a la perfección, tengo que añadir. Deberíamos juntarlas ahora mismo.

Atrajo mi cuerpo hacia el suyo. Ya la tenía dura. Dudé un segundo. ¿Empalmado otra vez? La leche… Sí que era viril ese hombre. Me cogió del culo y pegó sus caderas a las mías.

—¿Hemos terminado de hablar, ma jolie? Quiero hacerte el amor otra vez.

—¡No! —Me senté a horcajadas sobre sus caderas y me crucé de brazos—. Esto no tiene sentido. Sigo sin entenderte.

Entornó los ojos.

—¿Qué hay que entender? Te hago el amor. Me enamoro un poco más de ti cada día.

Puse los ojos en blanco.

—Vale, sigamos con eso. Te enamoras un poco más de mí cada día, ¿y me dejas marchar tan contento?

—Si te apetece quedarte, seré cortés —dijo inexpresivo.

«¡Aaaahhhh!»

—¿Serás cortés? Yo a ti no te entiendo. —Mi mano voló por los aires como una loca espantando moscas invisibles.

Me atrajo contra su pecho y rodamos hasta que se colocó encima de mí. Con una rodilla me apartó de golpe la pierna buena y me clavó las caderas. Su tremenda erección se restregó prometedora contra mi piel húmeda.



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